En cualquier tipo de relación es posible ser víctima de violencia psicológica aunque en ciertas circunstancias incluso se desconozca que se sufre. Anualmente son decenas de miles de denuncias que se reciben por parte de parejas que son maltratadas de esta forma.
Sin embargo esto no es un limitante, esta forma de agresión puede presentarse en el hogar, en el trabajo o en instituciones educativas. Pero para entender qué es y cómo afrontarla es necesario comprender la información que se planteará a continuación.
Definición de lo que es la violencia psicológica
Se considera de esta forma cualquier tipo de acción que tiene como objetivo dañar o afectar a alguna persona pero sin recurrir a la violencia física. Dentro de estas acciones se consideran los gritos, los insultos, las burlas, las críticas hirientes o cualquier actitud que induzca un estado de malestar en la víctima. En una definición general, cualquier práctica que afecte el estado psicológico o emocional de una persona se puede considerar violencia.
Tipos de violencia psicológica
Las agresiones no se presentan de una forma única ni clara en todos los casos. De hecho la versatilidad con la que se presenta y lo complicado de comprobar qué ha ocurrido es un gran inconveniente para las víctimas.
Aunque habitualmente se hagan distinciones como violencia de género, contra la mujer o de pareja, existe otra forma de separar las agresiones. Por ello es necesario saber identificar a qué forma de violencia psicológica se está enfrentando en cada situación, estas son las más comunes.
Maltrato psicológico
Se puede presentar de dos maneras: la primera consiste en no complacer las necesidades afectivas de la víctima. Habitualmente ocurre en hogares o en relaciones donde el agresor, consciente de lo que hace, procura sin recurrir a ataques lastimar a su objetivo. La otra variación de este modelo de violencia consiste en descalificar o humillar al sujeto en cuestión.
Acoso psicológico
Para este método de agresión se hace uso de acciones constantes, que se repiten en el tiempo, con el objetivo de obtener algún beneficio. De esta forma la víctima es atacada con frecuencia intentando que esta ceda en algún área o se acople a los deseos de su agresor. Durante este proceso se desea que la víctima entre en un estado de desesperación, inseguridad, paranoia y gran estrés.
Dentro de este modelo de violencia psicológica una variación es el acoso con la intención de obtener afecto. Una forma que en principio no parece peligrosa pero que llevada a la práctica incurre en múltiples excesos. El agresor demanda una gran cantidad de tiempo, afecto o atención de parte de la víctima. De manera que limita su vida, condicionándola en base a sus necesidades donde de no satisfacerlas puede haber amenazas o chantajes.
Ambos modelos pueden apreciarse no solo en una relación de pareja sino en un ámbito escolar que se define como bullying o acoso. Y aunque es poco destacado ocurre de igual manera en el núcleo familiar, entre padres e hijos.
Manipulación mental
Una estrategia de agresión muy diversa que contiene una amplia gama de maneras de cometerse. Para ello el agresor puede hacer uso de amenazas, insultos o victimización con el objetivo de obtener lo que solicita. Así es como se ignoran las necesidades y deseos de su pareja con el mero fin de satisfacer los suyos propios. En estas relaciones se produce una gran frustración en una de las partes la cual pocas veces es escuchada.
Señales para detectar la violencia psicológica
- Minimización: consiste en dar menor valía a los sentimientos o pensamientos de una persona.
- Chantaje: cuando una de las partes no obtiene lo que quiere puede intentar coaccionar o doblegar a la otra persona de distintas maneras.
- Insultos: en cualquier tipo de relación este tipo de agresión verbal es una señal de alerta que no debe ignorarse.
- Burlas: en sitios públicos se puede tomar una acción propia de la víctima como ejemplo para una sátira con el objetivo de descalificarle.
- Castigos: una relación donde esté presente la violencia psicológica se aplicarán castigos al agredido cuando no actué conforme a su agresor.
- Control: las agresiones no solo se materializan mediantes a tratos despectivos en ocasiones es la imposición de una dinámica de autoridad, donde una de las partes intenta mantener el control de buena parte de los aspectos de la vida de su objetivo.
¿Quiénes pueden ser víctimas de violencia psicológica?
Este método de agresión no discrimina a quiénes pueden padecerlo o no, de hecho se presenta tan habitualmente que en ocasiones puede ser ignorado. En las parejas es donde más se presenta siendo en la mayoría de casos las mujeres víctimas de ello (aunque no es determinante).
De igual manera en el colegio los jóvenes pueden padecerla por parte de sus compañeros o de algún profesor. También estos podrían ser víctimas en sus hogares por sus propios padres o como consecuencia del maltrato inherente a la relación de estos.
Mientras en los adultos fuera de una relación el ámbito donde también se ve con facilidad este tipo de violencia es el ambiente laboral. Principalmente en el trato entre superiores con sus empleados, donde se les puede descalificar incluso sin motivo aparente.
Consecuencias en la víctima de violencia psicológica
Quienes padecen de violencia psicológica tienen un deterioro gradual y progresivo de sus síntomas. El daño inicia con la socavación de la autoestima junto con la independencia de la víctima. Volviéndoles a su vez sujetos más fáciles de manipular o de agredir sin recibir una respuesta negativa.
Quienes se encuentran en estos ambientes gradualmente pueden presentar síntomas propios de la ansiedad, la depresión o inherentes al estrés inducido. Además de una mayor propensión a desarrollar adicciones o trastornos psicosomáticos.
¿Cómo superar el daño producido por la violencia psicológica?
El primer paso para lidiar con el daño causado por la violencia psicológica es aceptar que ha ocurrido y que no es normal ese trato. Cuando se viven estas situaciones el cerebro desarrolla mecanismos de defensa para bloquear dicho recuerdo, deformarlo, justificarlo o hasta llegar a culparse por ello. Por esto muchas víctimas no solo aceptan el maltrato sino que no lo notan como algo anómalo.
Una vez aceptada la situación siempre se recomienda acudir con un profesional de la salud mental, porque cuentan con las herramientas necesarias para manejar los daños y las secuelas de estos eventos.
De esta forma el individuo es dotado con estrategias no para ignorar lo sucedido sino para aprender a lidiar con ello. Métodos que le permitan restablecer su autoestima, confiar en sus capacidades y superar dicha experiencia traumática. Cada víctima responde de manera diferente, en ciertos casos se puede aconsejar la meditación, en otros grupos de ayuda e incluso el ejercicio puede ser de ayuda.