El establecimiento de límites y normas es muy importante a la hora de educar adecuadamente a los hijos. Durante la infancia, los padres establecen estos límites sin apenas oposición por parte de sus hijos, ya que son los encargados de ir marcando el camino a recorrer.
Durante la adolescencia, esto cambia de manera significativa, ya que la actitud desafiante y opositora de los hijos suele convertirse en un habitual, provocando discusiones y conflictos, que aunque pueden ser muy pequeños, en ocasiones se convierten en autenticas problemáticas. Por ello, es necesario que los padres adquieran una serie de estrategias para hacer frente a estas situaciones y solventarlas satisfactoriamente.
Una de las mejores herramientas que podemos utilizar para educar a nuestros hijos adolescentes es LA NEGOCIACIÓN:
Es muy aceptable negociar con nuestros hijos adolescentes, pero no es bueno que todos los posibles debates que se tengan se conviertan en una negociación. Toda negociación conlleva poder y esto implica un sentido del compromiso, que muchas veces no es percibido por los adolescentes, que únicamente buscan negociar para lograr un fin, sin comprometerse a nada.
A su vez, esta etapa esta marcada por una búsqueda de independencia, pero sin dejar del todo la seguridad que encuentran los adolescentes en sus padres. El mantenimiento de este vinculo de seguridad, en ocasiones, confunde a los padres que sobreprotegen a sus hijos y dificultan en ellos el desarrollo adecuado de su independencia. También es posible el caso contrario, una excesiva permisividad a la hora de establecer límites, de modo que el adolescente establece sus propias normas sin la implicación del adulto.
Negociar el establecimiento de determinados límites puede parecer una perdida de control, pero los padres no deben olvidar que la figura de autoridad siguen siendo ellos, y que hay ciertas normas que no deben discutirse. Eso sí, es importante explicar los motivos por los que establecemos estos criterios más estrictos en determinadas ocasiones, y en otras, negociamos. De ese modo, seguimos haciendo patente quien es la figura de autoridad, pero hacemos sentir a nuestros hijos que los escuchamos y respetamos.
Para lograr una negociación adecuada debemos tener en cuenta aspectos como:
-No dejarnos llevar por enfados o desánimos. En ocasiones los padres están cansados e imponen normas de manera injusta, o conceden cualquier petición sin ni siquiera valorarlo tranquilamente. Si no es el momento para tratar un tema, posponerlo es lo más adecuado.
– Si se establece una norma o responsabilidad, es importante que siempre se cumpla. Ceder implica que los adolescentes asuman que esto se va a repetir siempre que quieran, lo que lleva a nuevos conflictos.
– No dejar influenciarnos por los comentarios que pueda hacer nuestro hijo relacionado con la educación de sus “amigos” porque podemos caer en la tentación de dejarnos mover por sentimientos de celos o de querer ser los mejores padres. Tenemos que pensar que esos comentarios que hace son típicos de su edad, pero que realmente no lo piensa. Debemos ser fieles a nuestras ideas.
-Decidir conjuntamente la asignación de determinadas responsabilidades en las que el adolescente pueda y deba opinar: asignación de tareas domesticas, cuidado de mascotas…
– Cuando un adolescente cumpla adecuadamente, se debe reconocer ese buen comportamiento. Un simple “gracias” o “enhorabuena” potencian los comportamientos positivos para que se repitan,
Escrito por Estela Martín Sánchez
Diplomada en Educación Social.
Mediadora Familiar.